sábado, 3 de septiembre de 2011

Resumen Madrugada del 3 de septiembre del 2011

(Guavate) Este sábado fuimos convocados trece varones, cuatro de Gurabo, ocho de Guavate y este servidor de Cayey para celebrar, adorar y  alabar al dueño del sábado; el Hijo del hombre.  Luego de unos días de fuertes lluvia a causa del huracán Irene en Guavate el espíritu santo nuevamente nos enseña que lo importante es amar a Dios y su voluntad, con un corazón sencillo y verdadero.

Luego de la invocación al espíritu Santo, los canticos, las laudes compartimos la liturgia de la palabra que para este sábado en el calendario litúrgico la primera lectura es tomada de la carta de San Pablo a los Colosences primer capítulo versículos veintiuno al veintitrés, el salmo cincuentitres la inmensa bondad del señor y por último el evangelio tomado del libro de San Lucas capitulo seis versículos del uno al cinco.

En la primera lectura de San Pablo, aprendimos que en un tiempo el ser humano fue extraño y enemigo de Dios a causa de sus malas obras y malos pensamientos; pero nos enfatiza que esto ya ha cambiado por medio del sacrificio de Cristo, que se entrego a la muerte para reconciliar al ser humano y presentarlo santo, intachable y irreprochable ante él.  Pero esta inmensa bondad de Dios, requiere que el ser humano se mantenga  firme y bien fundamentado en la fe, sin abandonar la esperanza que conocemos de la buena noticia proclamada a todas las criaturas bajo el cielo.

En el salmo de la inmensa bondad de Dios, el salmo se presenta como un grito de suplica con un preludio y tres actos; los enemigos, Dios y el fiel. La petición de ayuda y defensa es fundamentada en el nombre y poder de Dios que está motivada por actuación de los enemigos, que son arrogantes y violentos.   La arrogancia es patente puesto que no tienen presente a Dios y la violencia les lleva al extremo de perseguir a muerte al inocente, pero se encontraran con lo contrario; el mal se volverá contra ellos y serán derrotados porque Dios, a quienes ellos no tienen presente, sostiene la vida del inocente; Dios cuida de los que son fiel a él.

En el santo evangelio de San Lucas, Jesús caminaba con los suyos, atravesando un sembrado. Una jornada de normalidad en donde se dan cita el hambre, el cansancio y las preguntas sobre la Ley.

El comer las espigas en día de sábado suponía el esfuerzo de desgranarlas con las manos, y ese trabajo no estaba permitido hacerse en sábado; por eso los celosos de la guarda de la Ley recriminan a los discípulos y se atreven a encararse con Jesús.

En este evangelio aprendimos que si Jesús ha venido al mundo y se ha hecho uno entre los hombres es para decir al hombre que está salvado; que los mandamientos de “santificar las fiestas, no trabajar en sábado... son caminos por los que el hombre va a Dios, disposiciones que hacen encontrar al hombre la plenitud de su ser pero la Ley por sí misma no tiene sentido, y es la enseñanza de Dios que ayuda al hombre a hacerse más humano y a la vez más cercano a su fin.

Jesús es el señor del sábado, está por encima de toda norma y quiere enseñar a los suyos que con un corazón libre todo es posible de realizar, porque lo importante es cumplir la voluntad de Dios con un corazón sencillo y verdadero. No podemos dejar que las cosas nos esclavicen, debemos usarlas para nuestra realización personal con la libertad de saber prescindir de ellas porque creemos que Dios es nuestro único todo, nuestra plenitud.

Como  madrugadores de María, hombre en busca de la santidad en el diario vivir hagamos una petición a Dios todopoderoso diciendo – “¡Oh Dios!, que has revelado al hombre el camino para llegar a Ti, haz que a través de la vicisitudes y buenos momentos de esta vida sepamos descubrir tu voluntad como el camino más completo de vivir tus mandamientos”.

Un abrazo fraternal,

Pedro E. Torres Cartagena
Madrugador de María
Cayey, Puerto Rico


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