domingo, 11 de septiembre de 2011

Resumen Madrugada del 10 de septiembre del 2011

Edifiquemos sobre roca

(Gurabo) – En esta madrugada la Santísima Mater, la Virgen María convoco alrededor de treinta madrugadores para compartir en esta mañana la liturgia de la palabra y un tema de formación; el rol de varón, la imagen y lo que Dios pensó cuando diseñó al hombre, subministrada por nuestro madrugador Jose Nabal Bracero de la Familia Schoenstattiana del Santuario Ador y Paz de Hato Rey. 

Esta reflexión fue uno de los talleres de profunda temática que se ofrecieron en el retiro que hubo el pasado mes  en Dorado para ayudar a edificar nuestra corriente de vida como nos exhorta Dios padre todopoderoso, sobre roca;  y para que el madrugador comience a conocerse y pueda retomar su misión en este mundo.

Como habíamos mencionado anteriormente el vínculo del varón y Dios ejerce cuatro fuerzas que tiene un orden que no debe ser alterado, cualquier alteración a este orden convierte al ser humano en un ser sin sentido, sin capacidades y que solo reacciona a impulsos. Las cuatro fuerzas que componen este orden comienza en lo más alto con lo espiritual, seguido por la inteligencia, luego los sentimientos y finalmente lo terrestre.  

Al nivel espiritual recibimos las gracias del Espíritu Santo, quien Dios nos ha dejado para guiarnos y consolarnos.  Al nivel de la inteligencia todas aquellas virtudes y actitudes que nos llevan a acércanos más a Dios.  Al nivel sentimental todas aquellas acciones y emociones que nos ayudan a conocernos y reconocer que somos seres de amor y de luz; el uno con el otro y el prójimo y, finalmente al nivel terrenal todas aquellas cosas que tenemos a nuestro alrededor para ayudarnos y que podemos usar solo lo necesario para hacer que todo lo demás trabaje en gran armonía.  El varón tiene una gran responsabilidad ante el creador, la familia y la comunidad de mantener este balance y orden para hacer cumplir la voluntad de Dios, acercarse a la santidad y vivir en plenitud su vida.

Señor, somos de esos que te llaman y no hacemos lo que dices. Danos una fe fuerte, segura, que pueda dar frutos de bondad, así estaremos construyendo nuestras vida sobre la roca firme de Tu Amor. Dios mío, ayúdanos a producir frutos buenos y abundantes porque sabemos que  «Quien construye la propia vida sobre tu Palabra edifica verdaderamente de manera sólida y duradera. La Palabra de Dios nos impulsa a cambiar nuestro concepto de realismo; realista es quien reconoce en el Verbo de Dios el fundamento de todo. De esto tenemos especial necesidad en nuestros días, en los que muchas cosas en las que se confía para construir la vida, en las que se siente la tentación de poner la propia esperanza, se demuestran efímeras. Antes o después, el tener, el placer y el poder se manifiestan incapaces de colmar las aspiraciones más profundas del corazón humano. En efecto, necesita construir su propia vida sobre cimientos sólidos, que permanezcan incluso cuando las certezas humanas se debilitan. […] La fidelidad del Señor dura “de generación en generación”, quien construye sobre esta palabra edifica la casa de la propia vida sobre roca» como nos dice Benedicto XVI, Exhortación apostólica Verbum domini, n. 10.

Cristo nos enseña que la Misericordia de Dios es más fuerte que la dureza del pecado. Podríamos pensar, leyendo superficialmente este pasaje, que tendrían razón los que piensan en la “predestinación eterna”, que si hemos nacido zarza no hay nada que hacer; por más que nos matemos trabajando por ser buenos, ¿para qué, si al fin y al cabo me condenaré? Somos árbol malo y no bueno. Estamos condenados a chamuscarnos eternamente en el infierno.

Pero esto sería tan absurdo como haber venido el mismo Verbo de Dios al mundo y haber sufrido tremendamente por unos pocos afortunados. A Dios no le importa dejar noventinueve ovejas por una que se le escapa del redil; a Dios no le importa esperar toda una vida por el hijo que se le ha ido de su casa; a Dios no le importa llenar de besos y celebrar con fiesta grande al que parecía muerto por el pecado.

Nuestro Dios es un Dios de tremenda misericordia. Ya lo dice el mismo Cristo en el pasaje de San Lucas (6, 43-49): ¿por qué me llamáis: "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? El vino para que el hombre tenga vida eterna en El. El nos enseña el camino. De nuestra parte está el hacerle caso o no.
Si eres un árbol malo, - pocos podemos gloriarnos de dar buenos frutos -, mira a Cristo, comienza a edificar sobre su roca, deja que El arregle las cosas, colabora activamente con la gracia. Él lo hará todo, si le dejas. Y de zarza llegarás a ser deliciosa higuera. Darás frutos de salvación. Si Dios ya hubiera dispuesto quién se salva y quién no, habría mandado a sus ángeles a sacar la cizaña del trigo y a quemarla. Pero ha dejado el campo sin tocar porque espera tu respuesta a su amor. Está esperando que le des permiso para que edifique un grandioso palacio inamovible en la roca de su Corazón, y llegues a ser un delicioso árbol para los demás.

¿Podríamos ser tan obstinados en cerrar las puertas a un Dios que no se cansa de buscar a su oveja perdida?

Que sea nuestro propósito en esta semana empezar a leer diariamente un pasaje del Evangelio para construir nuestras vidas sobre la Palabra de Dios.  Y pidamos con todo el corazón Jesucristo, quiero iluminar mi vida con la luz de tu Palabra y conducirme en todo siguiendo tus criterios. Quiero construir mi vida con el cimiento fuerte de la oración, sólo así será una construcción que va prevalecer a pesar de las tempestades y dificultades que puedan surgir.

Un abrazo fraternal

Pedro E. Torres
Madrugador de María
Cayey, Puerto Rico

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