domingo, 13 de febrero de 2011

El comienzo de un apostolado

(Gurabo) -  “Jesús mando hacer discípulos a todos los pueblo” esto nos dice (Mateo 28, 19), y esto es lo que los madrugadores de María somos en la comunidad de Navarro en Gurabo, discípulos de Jesús.  Este sector de Gurabo se ha visto marginado por todo progreso económico y social, parecería no ser parte de ninguna agenda de gobierno local, es una comunidad de gente humilde, trabajadora y buena que ha tenido que superar la desventaja que ha traído el progreso moderno y vive en la cruda realidad del desasosiego social.
Como parte de la gran obra del amor de Dios en Navarro, de Padre Pedro Ortiz en esta comunidad, nos reunimos miembros de la pastoral Grupo de Vida, la señora Julia, doña Paula, madrugadores de María, Jose (Cheo) López, Jose Ramón Ortiz, y acompañamos para visitar las primera casas de la comunidad, compartiendo un rarito agradable en familia con personas que viven en extrema soledad llevando el mensaje de amor, de paz y esperanza.
Mientras manejabamos para visitar la primera casa, como si Dios quisiera confirmarnos, la gran necesidad que vive este sector, observamos a una deambulante posiblemente con desordenes mentales tirada en plena calle, un ejemplo del gran desafío que tenemos por delante. Una imagen que parecería tomada de un país en extrema pobreza así está este sector clamando la misericordia y la ayuda de Dios.

 Nuestra primera vista fue la residencia de don Marciano Diaz Vergara, de 81 años, quien nos recibió junto a su esposa doña Evarista Serrano Flores y las hermanas de su esposa, doña Julia Serrano Méndez visitando desde New Jersey y doña Ana Serrano Navarro.  Encontramos  a don Marciano en medio de una terapia respiratoria ya que se fatiga con mucha facilidad, en el ratito que compartimos junto nos platicaba de sus 28 años como ministro de la eucaristía en San Lorenzo, de sus 12 años como residentes en Navarro de su familia inmediata, de su origen, sus vivencias y como Dios siempre ha estado presente en su vida.  Compartimos el evangelio de Marco (8, 1-10) que nos presentó la multiplicación de los panes y meditando juntos lo bueno que ha sido Dios en medio de la necesidad, se oró por él y su familia.
Luego pasamos a la casa de doña Amada de 75 años, doña Cuca como le conocen en el sector;  natural de Yabucoa y residente en Navarro desde hace 28 años, también viviendo en la soledad y quien nos recibió compartimos un ratito de buena conversación y Dios quiso que compartiéramos las bienaventuranzas y oramos por su salud. 
Tambien pasamos a la casa de dona Flora Viera de 91 años, natural de Jaguas Gurabo y residente de Navarro desde su origen.  Dona Flora casi ciega, sorda pero humilde y simple nos recibió, oramos con ella por su salud y tanto fue su alegría que desde su humildad y pobreza  compartió lo único que tenia con los que alli visitabamos, una pana. Que me hizo pensar en el evangelio que habíamos discutido minutos antes en casa de don Marciano, y me da a confirmar que Dios se manifiesta en la humildad y la grandeza del corazón. 

Sin duda la riqueza del hombre no se mide por cuanto posee, ni como viste, ni que maneja, sino desde la pureza de su corazón, de la humildad, y el abandono total, y pienso Jesús nos invita a llevar su mensaje a los más pobres pero en realidad son los pobres quienes nos enseñan el verdadero evangelio, y como nos dice (Juan 5, 24) - “Quien oye el mensaje y lo acepta se salvara”.

Pedimos a Dios por esta comunidad de Navarro, por Padre Pedro Ortiz, por la salud de sus residentes, por los Madrugadores de María, para que se sensibilicen, acojiendo el compromiso del verdadero apostolado porque como dice (Santiago 2, 12-14) - “La fe sin obras está muerta”.  Recuerda que la conversión del corazón esta tan lejos como la distancia que interpongas entre la necesidad de tu prójimo y tu, madrugador, que buscas la santidad en la vida diaria.

Pedro E. Torres
Madrugador de María, Cayey Puerto Rico

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