sábado, 5 de noviembre de 2011

Resumen Madrugada en Guavate 5 de novienbre del 2011

(Cayey) - En este maravilloso día del Señor, sábado 5 de noviembre del 2011 fuimos convocados por nuestra Mater dieciséis madrugadores para adorar y alabar el santo nombre de nuestro salvador Jesucristo. Al mismo tiempo Santa Terecita de Ponce, la Parroquia San Agustin en Santo Domingo, ciudad capital de la Rep. Dominicana y Manatí compartimos la misma experiencia y bendiciones.



¡Señor, somos hombres pobres que necesitamos todo de Ti! Nuestro apego a lo pasajero, nuestra soberbia y autosuficiencia nos alejan fácilmente del camino a la santidad. Ven e ilumina esta meditación para que sea la fuerza que nos lleve a ponerte, ¡siempre!, como Rey y Señor de mi vida. 



Señor, permite que sepamos crecer en la humildad, para poder crecer en el amor. Porque Jesucristo “conoce vuestros corazones”, nos advierte de tres peligros muy sutiles que pueden aparecer en la vida espiritual diaria. 

“El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho”. La ley del amor, que es la que Cristo ha venido a traer al mundo, es la del amor sin medida. En el amor no hay mucho ni poco, o se ama o no se ama. Puede ser que las consecuencias de un acto hecho sin amor sean pequeñas o grandes pero cuando se ha faltado al amor se ha dejado de amar en ese acto concreto. 

Si no sabemos usar correctamente las riquezas injustas y ajenas, todo lo material que es externo a nosotros y por lo tanto no nos pertenece con totalidad, mucho menos seremos capaces de manejar con corrección las riquezas verdaderas y propias, que son las cosas espirituales que en verdad son propias de cada hombre. Del mismo modo quien no ama a los hombres a quienes ve, no puede decir que ama a Dios a quien no ve; si no somos ordenados y justos con las cosas materiales, que vemos, menos lo seremos en las cosas espirituales, que no se ven. 

“No podemos servir a Dios y al dinero”. El dinero representa el interés humano. Nuestro corazón desea hacer el bien, pero ¿lo hacemos para servir a Dios o a nosotros mismos? Cuando nos ocurre una desgracia fácilmente nos preguntamos: “¿por qué a mí?” ¿No será que durante los momentos de tranquilidad hemos sido buenos por inercia, pero no por amor a Dios, de tal manera que cuando su voluntad contradice la nuestra ya no somos generosos? 

Nos dice nuestro Santo Padre Benedicto XVI, en su mensaje del 23 de septiembre de 2007. En verdad, la vida es siempre una opción: entre honradez e injusticia, entre fidelidad e infidelidad, entre egoísmo y altruismo, entre bien y mal. Es incisiva y perentoria la conclusión del pasaje evangélico: "Ningún siervo puede servir a dos amos: porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo". En definitiva —dice Jesús— hay que decidirse: "No podéis servir a Dios y al dinero" (Lc 16, 13). La palabra que usa para decir dinero "mammona" es de origen fenicio y evoca seguridad económica y éxito en los negocios. Podríamos decir que la riqueza se presenta como el ídolo al que se sacrifica todo con tal de lograr el éxito material; así, este éxito económico se convierte en el verdadero dios de una persona. 



Por consiguiente, es necesaria una decisión fundamental para elegir entre Dios y "mammona"; es preciso elegir entre la lógica del lucro como criterio último de nuestra actividad y la lógica del compartir y de la solidaridad. Cuando prevalece la lógica del lucro, aumenta la desproporción entre pobres y ricos, así como una explotación dañina del planeta. Por el contrario, cuando prevalece la lógica del compartir y de la solidaridad, se puede corregir la ruta y orientarla hacia un desarrollo equitativo, para el bien común de todos. 

Que sea nuestro propósito para esta semana pensar que lo importante y lo que vale no es lo material. Que nuestros tesoros, lo encontramos en nuestros corazones.

Un abrazo fraternal,

Pedro E. Torres Cartagena
Madrugador de María

 Cayey, Puerto Rico 


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