domingo, 2 de octubre de 2011

Resumen Madrugada 1 de octubre del 2011

(Guavate) En este encuentro nos reunimos trece madrugadores convocados por nuestra Mater para alabar y adorar a nuestro salvador Jesucristo.  Agradecidos con nuestro Dios y nuestra Mater por mostrarnos el camino para llegar al Padre. En este encuentro participamos de un taller de formación titulado el rol del varón según el diseño del Creador a través de los ojos del Padre Joseph Kentenich, la información presentada nos bendice extraordinariamente porque nos enseña a conocernos y ver quiénes realmente somos y; nos señala lo que hemos perdido al desvincularnos de Dios por no conocer nuestros dones, nuestras virtudes y  nuestro origen. 

Conocer el rol del varón y llevarlo a cabo es un apostolado. Conocer nuestros dones, activar, fortalecer y perfeccionar nuestras virtudes no solo nos garantizan un anhelado futuro sino que también nos identifica, nos revístese  y nos da testimonio de nuestro proceder. Así como en el regreso de la misión de los primeros discípulos  en el santo evangelio de San Lucas capitulo siete versículos del diecisiete al veinte.

¡Qué alegría de los discípulos después de una jornada tan exitosa! Los demonios les temen, curan leprosos, hacen caminar a los paralíticos, dan la vista a los ciegos. 

Todo perfecto después de unos días de misiones. Como tantos de nosotros que al final de la semana nos alegramos porque nos ha ido bien en los estudios, hicimos el bien a una persona, nos subieron el sueldo en nuestro trabajo, nos callamos cuando quisimos decir una palabra ofensiva a alguien, aumentaron las ventas de nuestros negocios y demás aspectos positivos que nos pudieron haber pasado. Nos sentimos contentos, como los discípulos, porque las cosas salieron como nosotros queríamos. Sin embargo, Cristo nos dice que no debería ser éste el motivo principal de nuestra alegría. 

La satisfacción tan agradable y tan necesaria que experimentamos por haber hecho el bien en esta tierra nos debería llevar a pensar en los méritos que ganamos para el cielo. Este es el motivo principal por el cual deberíamos de estar contentos. Saber que hemos actuado de tal forma que nuestros nombres están escritos en el reino de los cielos. 

Sabiendo los motivos de nuestra verdadera alegría es como si hubiésemos encontrado el tesoro que buscábamos en nuestra vida. Custodiemos este tesoro y no permitamos que los ladrones de la vanidad, avaricia, egoísmo nos lo arrebaten. 

Dice Benedicto XVI en su mensaje del 22 de mayo de 2011; «Creer en Dios y creer en Jesús, no son dos actos separados, sino un único acto de fe, la plena adhesión a la salvación realizada por Dios Padre mediante su Hijo Unigénito.  El Hijo de Dios, con su encarnación, muerte y resurrección, nos liberó de la esclavitud del pecado para darnos la libertad de los hijos de Dios, y nos dio a conocer el rostro de Dios que es amor: Dios se puede ver, es visible en Cristo. Santa Teresa de Ávila escribe que “no debemos alejarnos de lo que constituye todo nuestro bien y nuestro remedio, es decir, de la santísima humanidad de nuestro Señor Jesucristo”. Por tanto solo creyendo en Cristo, permaneciendo unidos a Él, los discípulos, entre quienes estamos también nosotros, pueden continuar su acción permanente en la historia: “En verdad, en verdad os digo –dice el Señor–: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago.” La fe en Jesús comporta seguirlo cotidianamente, en las sencillas acciones que componen nuestra jornada. 

Por esto te agradecemos, Señor, por mostrarnos el camino para llegar al Padre, permite que seamos pequeños y seamos dichosos de estar cerca de Tí. Señor, concédenos ser sencillos para buscar siempre el camino que me lleve a Tí.  Que sea nuestro propósito en esta semana alegrarnos con Jesús al hacer el bien en esta tierra, y saber que somos méritos para el cielo. 

Un abrazo fraternal,

Pedro E. Torres Cartagena
Madrugador de María
Cayey, Puerto Rico

No hay comentarios:

Publicar un comentario