domingo, 5 de junio de 2011

Resumen Madrugada en Guavate – 4 de junio del 2011

(Guavate) – Padre Santo, tanto nos amas, que no dudaste en entregar a tu Hijo único, para que muriera por nuestros pecados. Nosotros también queremos amarte con ese corazón con el que Tú nos amas. Padre bueno, Tú que conoces el corazón del hombre, porque lo amas, haz que nosotros también podamos conocer tu amoroso Corazón, durante nuestras actividades. Concédenos ver tu mano en nuestras vidas porque sabemos que el Padre mismo nos ama.

En esta madrugada fuimos dieciocho madrugadores compuestos por cuatro de Gurabo, trece de Guavate y este servidor de Cayey todos convocados por la Santísima Mater La Virgen María en oración y alabanza al Dios Todopoderoso a la Capilla Nuestra Señora del Carmen de Caguas, una de las más antiguas del municipio de Caguas, con más de 100 años de historia en este sector de Caguas.

Inspirados por la historia del hombre en este lugar y con un cantico al espíritu santo; deseando su presencia invocamos al espíritu santo para comenzar nuestro encuentro.

Conscientes de que el hombre vive alejado de Dios oramos en una oración común por los que gobiernan, los políticos y legisladores, los policías, los criminales, por nuestros pecados, por los pecados de nuestros familiares, por el ciudadano trabajador, los contribuyentes del país, por el que ha sido lastimado, abusado, asesinado, por los niños, las mujeres, por la economía, la ola de crimen que nos arropa, para que todas nuestras almas vivan los mandamientos, hagamos la voluntad de Padre y le seamos fieles al amor de Dios todopoderoso.

 También se incluyeron las intenciones particulares por los enfermos y situaciones especiales de la comunidad. Esto dio paso a compartir las laudes para este sábado. Luego compartimos la liturgia de la Palabra que para este sábado fueron; en la primera lectura tomada del libro de los hechos de los apóstoles el capitulo dieciocho, versículos del veintitrés al veintiocho, El salmo 46 y el santo evangelio tomado del libro de Juan capitulo dieciséis, versículos del veintitrés al veintiocho.

En la primera lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (18, 23-28), Apolo había aprendido a leer de manera inteligente la Escritura. Al convertirse al camino de Dios aportó sus habilidades argumentativas y auxilió a los hermanos en la propagación del mensaje. Como Apolo los madrugadores de María estamos llamados a estudiar las escrituras y de manera inteligente proclamarlas. Así como Apolo ayudo a promover y proclamar en mensaje de Jesús, nosotros debemos poner a la disposición de Dios nuestras habilidades nuestros dones y elocuentemente transmitir el amor que el Padre todopoderoso por cada rincón del planeta.

En el salmo 46 proclamamos las maravillas del Señor que “Dios es rey del universo”; recordándonos que Jesús vino del Padre y vino al mundo para hacer que nosotros también lleguemos al Padre.

En el sagrado evangelio tomado del libro de Juan 16, 23-28. Dios Padre, que nos amó desde antes de la creación del mundo, piensa en nosotros en cada instante, sin disminuir nunca su amor.

Y como podemos expresar y experimentar este amor con el prójimo nos lo explica la siguiente reflexión “El Padre mismo los ama” publicada en el portal Catholic.net

La caridad es amor recibido y ofrecido. Es «gracia» (cháris). Su origen es el amor que brota del Padre por el Hijo, en el Espíritu Santo. Es amor que desde el Hijo desciende sobre nosotros. Es amor creador, por el que nosotros somos; es amor redentor, por el cual somos recreados. (Benedicto XVI, el 29 de junio, solemnidad de San Pedro y San Pablo, del año 2009, quinto de mi Pontificado).

Todos hemos experimentado el amor de nuestros papás. Nos hemos identificado con el amor que nos han tenido desde nuestro nacimiento. Pero Dios Padre, que nos amó desde antes de la creación del mundo y desde antes de que viniéramos al mundo, es un Padre afectuoso, que piensa en nosotros en cada instante, sin disminuir nunca su amor. Nos creó por amor, nos redimió por amor, y nos santifica, porque quiere vernos a su lado.

En esta semana procuremos hablar del amor de Dios Padre con mis familiares, haciéndoles ver su mano providencial en nuestras vidas.

Padre Santo, sabemos que no podemos amarte de la misma forma con que Tú nos has amado, porque has llegado a la donación de tu Hijo Amado, pero queremos agradecerte por el gran don que nos has hecho en tu Hijo único, pues con Él hemos vuelto a ocupar un lugar en tu Divino Corazón.

A ti compadre Madrugador cualquier cosa que te suceda recíbela como un bien, consciente de que nada pasa sin que Dios lo haya dispuesto. (Epístola de Bernabé, 19)


Un abrazo fraternal,

Pedro E. Torres Cartagena
Madrugador de María
Cayey, Puerto Rico

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