domingo, 8 de mayo de 2011

Resumen Madrugada del 7 de mayo del 2011

(Guavate) Para esta madrugada nos reunimos diecisiete madrugadores compuestos por dos de Gurabo, catorce de Guavate y este servidor de Cayey. En una madrugada soleada porque apenas eran las 6:00AM y el sol radiaba como si ya fuera medio día.
Esta vez nos reunimos en la capilla San Esteban Protomártir, que queda  alrededor de un cuarto de milla de San Jose, donde con frecuencia nos hemos reunidos ya que durante estas últimas semanas se le dio promoción en la comunidad con la idea de atraer a nuevas personas a la corriente de vida.  El Padre Raffy corrió una invitación tanto en San Jose como en San Esteban y esperábamos nuevas almas para Dios todopoderoso.  En esta ocasión solo una persona escucho el llamado por lo que estamos agradecido a Dios padre porque solo Él conoce la gracia que nos ha regalado con esta persona.  Damos gracias a Dios y felicitamos al Señor Clotilde Martínez por aceptar nuestra invitación y hacer presencia ante Dios Todopoderoso.
Comenzamos con un cantico, la invocación del espíritu santo para que nos guiara en esta mañana, seguido por las intenciones especiales tanto del Papa Benedicto como la de la iglesia y hemos también incluido nuestras intenciones en pro de la comunidad, de sus enfermos, por las madres que recientemente perdieron sus vidas en violencia domestica y por las personas que en los últimos días han sido víctimas o victimarios de la violencia que vivimos en nuestra isla, por todos ellos rogamos en esta mañana.
Luego de otro cantico a María “Madre de la eucaristía” comenzamos nuestras laudes con el deseo que Dios Padre escuchara nuestros ruegos y que supiera que Guavate está a su disposición para ser utilizados como instrumentos suyo para hacer compartir su mensaje y velar por sus hijos en esta comunidad.
Este sábado se compartió la liturgia de la palabra, que para la primera lectura tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles capitulo 6 versículos del 1 al 6, donde se nos presenta la institución de las primeras misiones.  La viudas del los helenistas habían sido desatendidas por los hebreos en la asistencia diaria. En este pasaje de la biblia nos invita a como los helenistas a tomar parte de nuestras comunidades.  En todas las comunidades del mundo existe la necesidad y la nuestra no está exenta de problemas sociales, hambre, desasosiego, dolor, soledad, abandono; etc.  Los madrugadores tenemos una misión frente a Dios Padre de practicar la misericordia con nuestros prójimos; con nuestras comunidades.  Debemos tomar liderazgo frente a las situaciones que sufren nuestra comunidad ayudando abandonadamente a nuestros vecinos y a todo aquel que necesite de nuestra compañía.  A veces un saludo, una sonrisa, una conversación, una vista, un abrazo, par de horas de labor domestica, en limpieza de los patios o alrededor de personas envejecientes solos nos alcanza con mas certeza a la  santidad.
En el salmo 32 “El Señor cuida de aquellos  que lo temen. Aleluya”, nos quiere dejar saber que quien hace lo que Dios pide no tiene que preocuparse de sus cosas pues Dios mismo tomara personalmente de sus cosas, de sus asuntos, de sus familias, de sus negocios, de todo en sus vidas.  Quien toma una misión en nombre de Jesús y la lleva acabo no debe preocuparse pues Dios nos guía, nos prepara, nos ayuda a llevarla a cabo, solo requiere un poco de fe, abandono a la providencia y el deseo de llevarlo a cabo.
En el santo evangelio tomada del libro de San Juan capitulo 6 versículos 16 al 21, nos presenta a Jesús caminando sobre las aguas del mar, los apóstoles en medio del mar picado se encuentran con Jesús que viene hacia ellos caminando sobre aguas picadas del mar bajo fuertes vientos en un momento de desesperación, recordándonos que somos frágiles en los momentos de tribulación, que carecemos de fe en los momentos de prueba y que necesitamos de Dios  y de su intervención durante nuestra vida terrestre.
José Juan Galindo fuente de Catholic.net nos invita a que reflexionemos acerca de lo frágil que el ser humano es cuando dice, “Y son tales las tribulaciones que también aquellos que han creído en Jesús, y que se esfuerzan por perseverar hasta el final, se asustan y tienen miedo de perecer. Cristo viene caminando sobre las aguas, pisando las ambiciones y la altanería del mundo, y el cristiano tiene miedo. ¿Quizá porque esto no estaba predicho? Es comprensible que los discípulos viendo a Jesús caminar sobre las aguas tengan miedo, así como los cristianos, no obstante su esperanza en el mundo futuro, cuando ven humillada la grandeza de este mundo se llenan de turbación por la caída de las cosas humanas. Si abren el evangelio, si abren las escrituras verán que todo eso fue predicho y que el Señor se comporta así. Él humilla la soberbia del mundo para ser glorificado por los hombres. Destruirá ciudades solidísimas, los enemigos serán dispersados, serán ruinas eternas y has destruido la ciudad (Sal.9,7). ¿Por qué teméis, oh cristianos? Cristo os dice: Soy yo no temáis. ¿Qué cosa os asusta? ¿De qué tenéis miedo? Soy yo quien lo ha predicho todo esto, soy yo quien lo cumple, y es necesario que ocurra así: ¡Soy yo no temáis!” (San Agustín Comentario al Evangelio de Juan)

“Cuántas veces nuestra vida se parece a esa barca "zarandeada por las olas a causa del viento contrario". La barca zarandeada puede ser el propio matrimonio, los negocios, la salud... El viento contrario puede ser la hostilidad y la incomprensión de las personas, los reveses continuos de la vida, la dificultad para encontrar casa o trabajo. Quizá al inicio hemos afrontado con valentía las dificultades, decididos a no perder la fe, a confiar en Dios. Durante un tiempo nosotros también hemos caminado sobre las aguas, es decir, confiando únicamente en la ayuda de Dios. Pero después, al ver que nuestra prueba era cada vez más larga y dura, hemos pensado que no podíamos más, que nos hundíamos. Hemos perdido la valentía.

Este es el momento de acoger y experimentar como si se nos hubieran dirigido personalmente a nosotros las palabras que Jesús dirigió en esta circunstancia a los apóstoles: "¡Ánimo!, que soy yo; no temáis".” (P. Raniero Cantalamessa, OFM viernes, 8 agosto 2008)

Señor Jesús, ven a nuestro encuentro en los momentos de turbación y de lucha cuando nuestra barca azotada por las olas y sacudida por el viento parece hundirse. Ven a salvarnos. Aumenta nuestra fe, danos la fuerza y la confianza para esperar tu ayuda en los momentos de prueba y de turbación. Gracias por amarnos tanto que viniste a salvarnos del pecado, que vienes cada día a nuestra barca para calmar nuestras tempestades y hacernos tocar la tierra de la paz interior. Te pido en esta meditación por todos los que sufrimos tempestades. Danos tu gracia Señor.  También  ayúdanos a confiar en ti, danos fortaleza y valor en la tempestad.  Examinar alguna virtud que me cueste vivir, alguna dificultad que tenga y pedirle al señor especial fuerza para que me ayude a superarla.

Jesús, me acerco a ti porque soy débil y ante la tempestad tengo miedo. Aumenta mi confianza en ti que caminas sobre las aguas y me dices que no tenga miedo. Aumenta tú mi fe y dame la gracia de confiar plenamente en ti.

“La soledad tiene sus asaltos, el mundo tiene sus peligros; en todas partes es necesario tener buen ánimo, porque en todas partes el Cielo está dispuesto a socorrer a quienes tienen confianza en Dios, a quienes con humildad y mansedumbre imploran su paternal asistencia”
(San Francisco de Sales, Carta a su hermana, Epistolario, 761).

Un saludo fraternal,

Pedro E. Torres Cartagena
Madrugador de María
Cayey, Puerto Rico

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