sábado, 16 de julio de 2011

Nuevo grupo de Madrugadores en la Parroquia Santa Teresita de Ponce.

Resumen16 de julio del 2011

(Ponce) - Señor, nos ponemos en tu presencia en este maravilloso día, durante el nacimiento de este nuevo grupo de Madrugadores en Ponce. Tómanos de las manos, Padre nuestro, y condúcenos nuestras almas en esta meditación y durante toda nuestra vida. Te agradecemos todas las gracias que nos has concedido sin merecerlas: nuestras vidas, nuestra fe, nuestras familias, tu amor y tu perdón. Por todo esto te damos gracias, Señor y, te pedimos que nos ilumines para escucharte en esta meditación y así podamos acercarnos más a ti.


Hoy día de nuestra Señora del Carmen te damos gracias Señor, porque eres bueno y nos has permitido el nacimiento este nuevo grupo en la ciudad de Ponce y, que este sea para gloria y alabanza de tu nombre y nuestro salvador Jesucristo.  Para este encuentro fuimos convocados once nuevos madrugadores pertenecientes a la parroquia Santa Teresita en Ponce y, en apoyo a esta bendición fuimos convocados siete compadres de Cabo Rojo de la unidad peregrina motorizada,  Monchito de Gurabo y este servidor.

Con la invocación del espíritu santo oración según Padre Joseph Kentenich dio inicio la primera madrugada en Santa Terecita. Entre la historia, explicación de la corriente de vida y presentación de los grupos de madrugadores activos en Puerto Rico y encuentros internacionales paso frente a mis ojos una solemne oportunidad para recordar quienes somos como madrugadores, cual es nuestro propósito  y nuestro fundamentos en nuestra corriente de vida.

El madrugador es un hombre que está mirando el mañana de su historia, que se prepara y quiere adelantarla en su propia vida. 

El madrugador tiene como misión el promover e impulsar fraternalmente el vinculo con Dios, Cristo y María, en el fortalecimiento y la conquista de la santidad de la vida diaria, en el empeño apostólico por transformar cristianamente el mundo que le rodea como instrumento mariano atreves de encuentros varoniles de oración y eucaristía en madrugadas en santuarios, ermitas o iglesias. 

El madrugador encuentra su fuerza en lugares de gracias y se reúne en santuarios, ermitas, capillas, o sedes parroquiales con plena conciencia de su ser varonil, lo que le une especialmente a Cristo.  En esta corriente de vida y en algunas comunidades del mundo como en Puerto Rico hay vínculos especiales a San Jose.

Para el madrugador la oración es  su fuerte ya sea compartiendo la liturgia de la palabra, la liturgia de comunión, la adoración al santísimo o la eucaristía porque esta expresión de fe le fortalece profundamente en su unión a Jesús y a la Santísima Madre “La Mater” Virgen María.

También para el madrugador la comunidad donde vive es su entorno, en ella vive y goza; con ella se forma, crece espiritualmente, se manifiesta alegre y fraternalmente en la convivencia.

Y por ultimo el madrugador acoge a su hermano con generosidad y respeta la originidad de su semejante y asume proyectos o tareas apostólicas en los diversos campos de acción en que se desenvuelve como miembro de la Iglesia y su comunidad. Se le reconoce por su emotividad, compromiso y práctica, transformando en realidad, produciendo cambios y gestando nuevas oportunidades que se van transmitiendo de modo espontaneo “por contagio” y paulatinamente pero muy lleno de gracias y bendiciones divinas.

En este encuentro del nacimiento de este nuevo grupo compartimos la liturgia de la palabra que para este sábado en la primera lectura del libro del Éxodo (12, 37-42) la salida de los israelitas, en el Salmo Responsorial Salmo 135 Letanía de acción de gracias y en el Evangelio tomada del santo Evangelio según san Mateo (12, 14-21) Jesús el siervo de Yahvé.

En la primera lectura, la Primera Pascua despliega ante nosotros el espectáculo grandioso de una muchedumbre puesta en marcha hacia su libertad, por el designio y el poder asombroso del Dios grande y fuerte. ¡Pascua! Una palabra con sabor de gozo compartido, alegría embriagante, canto de liberación, fuerza que da vida. El entusiasmo se apodera del autor del Éxodo, que quiere dejar en éxtasis nuestros ojos frente al desfile maravilloso de tantos hombres, mujeres y niños, que son como la expresión visible del poder divino. Es como contemplar la gloria de Dios en todos esos liberados, que ya no tendrán más dueño ni más señor que el Rey del Universo. ¡Pascua! La imagen misma de la victoria. No sólo han vencido a sus opresores sino que han logrado que ellos mismos sientan el deseo de sacarlos de la que fuera su cárcel, es decir, de la tierra egipcia. Una imagen para nunca olvidar: Dios ha salido a defender a los suyos; Dios vive y da vida.

En el salmo 135 «El gran Halel», la alabanza solemne y grandiosa que entonaba el judaísmo durante la liturgia pascual. Reflexionemos ante todo en el estribillo: «porque es eterna su misericordia». En la frase resuena la palabra «misericordia» que, en realidad, es una traducción legítima pero limitada del término originario hebreo «hesed». Esta forma parte del lenguaje característico utilizado por la Biblia para expresar la alianza que existe entre el Señor y su pueblo. La palabra trata de definir las actitudes que se establecen dentro de esta relación: la fidelidad, la lealtad, el amor y evidentemente la misericordia de Dios. Nos encontramos ante la representación sintética del lazo profundo y personal instaurado por el Creador con su criatura. Dentro de esta relación, Dios no aparece en la Biblia como un Señor impasible e implacable, ni es un ser oscuro e indescifrable, como el hado, con cuya fuerza misteriosa es inútil luchar. Él se manifiesta, sin embargo, como una persona que ama a sus criaturas, que vela por ellas, les acompaña en el camino de la historia y sufre por la infidelidad de su pueblo al «hesed», a su amor misericordioso y paterno.

El Evangelio de hoy nos muestra la misericordia y la bondad de Dios. «No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su nombre». Cuando vemos algo a punto de romperse, con frecuencia lo terminamos de romper o simplemente lo desechamos de inmediato. Dios no es así, Él es misericordioso. Las cañas ya maltrechas o las mechas casi extintas, pueden ser nuestras almas frías por la rutina o dobladas por la inconsciencia, la tibieza o el pecado. Más Él no termina de romper, apagar y desechar nuestras almas, sino que espera. Aún más, ¡cuántas veces nos rehace y enciende de nuevo! Porque Él mismo dijo: «No vengo a condenar sino a dar la salvación». No condena sino que espera el momento de nuestra conversión, porque nos ama y porque su misericordia es eterna. Lo que Cristo desea es que regresemos. Por eso aguarda con amor a que volvamos a Él para encender la llama de su amor en nuestro corazón.  «Este es mi servidor». Evidentemente estas palabras se refieren a Jesús. No obstante, el Padre nos dice a cada uno: «Este es mi servidor quien pregonará por toda la tierra mi amor y misericordia». Por el bautismo, cada cristiano es constituido mensajero de la Buena Nueva, el Evangelio. A nosotros nos corresponde ayudar a otros a fijar sus ojos en el Señor y que su reino llegue a todos los confines de la tierra.

Luego de escuchar la reflexión de las lecturas compartimos testimonios de nuestra experiencia como madrugadores, las bendiciones que hemos recibido de parte de la corriente y compartimos del desayuno en la nueva comunidad de Santa Terecita.

Como madrugadores con una misión el promover e impulsar fraternalmente el vinculo con Dios, Cristo y María, en el fortalecimiento y la conquista de la santidad de la vida diaria, en el empeño apostólico por transformar cristianamente el mundo que le rodea como instrumento mariano nos propondremos
dar testimonio de nuestra fe en Cristo siendo amable con todos los que tratemos.

Y cuando estemos frente al santísimo entablaremos en un diálogo con Cristo diciendo – “Padre mío, te amo. ¿Qué más puedo esperar de ti si eres tan bueno y misericordioso? Mi corazón se ensancha de alegría cada vez que pienso cuánto me amas, Señor.  Ayúdame a ser testimonio elocuente de tu amor en el mundo. Que solo tu amor me llene, que solo tu amor me sacie. Te amo, Señor, por el don inmerecido de tu amor.”

Agradecemos a la parroquia Santa Terecita de Ponce por acoger la corriente de vida.  Esperamos con mucho deseo y confianza en Dios Padre Todopoderoso, que la corriente se manifieste en su totalidad en esta nueva comunidad y todos sus alrededores, que podemos ser instrumentos para la gloria de Dios.  Ya somos once comunidades en la isla de Puerto Rico la corriente sigue creciendo y dando frutos. Amén.

Agradecemos a los compadres peregrinos motorizados de Cabo Rojo quienes inspirados por el espíritu hicieron presencia en este encuentro que Dios les bendiga, los proteja y los colme de muchas bendiciones siempre y a donde vayan.



Un abrazo fraternal.

Pedro E. Torres Cartagena
Madrugador de María
Cayey, Puerto Rico




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