domingo, 12 de diciembre de 2010

Hombres convocados por María para adorar a su Hijo Jesucristo con oraciones y alabanzas...

(Gurabo) - A son de canticos, decimas y baladas se reunieron Madrugadores de Puerto Rico este sábado 11 de diciembre en la Capilla San Francisco Javier de Gurabo; en alabanza a Dios Padre, en compañía del fundador esta corriente de vida, Octavio Galarce Barrera, visitando desde Chile.  La actividad familiar comenzó con la celebración  de la Santa Misa con el Espíritu Santo desplegando todo su ardor y contagiosa bendición.  

La actividad fue animada por el ministerio Coro Voces del Espíritu Santo de la Parroquia Divino Nino de Gurabo, en compañía de la cuatrista Fabiola Méndez, jovencita prodigio de 14 años, quien deleito la ceremonia con su talento musical. Se unió a ella, el cantante cristiano-mariano Quique López, Madrugador de Manatí quien lleva una carrera en la música sacra  desde 1999 y quien regalo una bellísima canción a Nuestra Señora Madre la Virgen María. Y no falto la decima puertorriqueña interpretada por también Madrugador de Gurabo, Melvin Hernandez, hijo de la montana, del barrio Bermejales de Orocovis, quien obsequio a nuestro visitante con una hermosa decima en dedicación a su misión.

La visita de Octavio Galarce como se esperaba fue una bendición porque confirma lo que Dios nos ha estado diciendo por tanto tiempo y que todavía no terminamos de acoger y explicaba como una sencilla acción de reunirse en oración puede mover montanas. El secreto se encuentra en el corazón del hombre, entre más sencillo mejor, porque Dios se manifiesta en lo sencillo y hace de lo sencillo algo extraordinario.  Las bendiciones que nuestra Señora Madre nos regala nos ayudan y nos fortalecen, la gracia del arraigo en Dios, hacer de Dios nuestro norte, la gracia de la transformación y conversión en Cristo experimentando y creciendo en sabiduría, la gracia del envío y la acogida apostólica, compartiendo nuestra riqueza espiritual y practicándolo por medio de un apostolado. 

Para algunas personas reunirse una vez al mes puede ser insignificante y no tan sacrificante como podría serlo, pero cuando Dios está presente, en el centro, y comandando, lo simple toma forma extraordinaria y lo imposible es posible.  Así como una reunión de dos persona, luego tres y hoy día de cientos de hombres alrededor de trece países, que en un tiempo vivían en parcial o completa desunión con Dios, han sido convertidas, a este encuentro con Dios haciendo de ellos mejores personas y candidatos a la santidad.


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