lunes, 25 de julio de 2011

Actualizacion del listado de Madrugadores de Puerto Rico

Hemos actualizado el listado de Madrugadores segun nuestra base de datos.  Si no se encuentra en el listado debe hacernos llegar su informacion y con gusto le incluiremos.

http://madrugadoresdepuertorico.blogspot.com/2011/01/listado-de-madrugadores-registrados.html

Verifica si estas en la lista.

Un abrazo fraternal,

Pedro E. Torres
Madrugador de Maria
Cayey, Puerto Rico

sábado, 16 de julio de 2011

Nuevo grupo de Madrugadores en la Parroquia Santa Teresita de Ponce.

Resumen16 de julio del 2011

(Ponce) - Señor, nos ponemos en tu presencia en este maravilloso día, durante el nacimiento de este nuevo grupo de Madrugadores en Ponce. Tómanos de las manos, Padre nuestro, y condúcenos nuestras almas en esta meditación y durante toda nuestra vida. Te agradecemos todas las gracias que nos has concedido sin merecerlas: nuestras vidas, nuestra fe, nuestras familias, tu amor y tu perdón. Por todo esto te damos gracias, Señor y, te pedimos que nos ilumines para escucharte en esta meditación y así podamos acercarnos más a ti.


Hoy día de nuestra Señora del Carmen te damos gracias Señor, porque eres bueno y nos has permitido el nacimiento este nuevo grupo en la ciudad de Ponce y, que este sea para gloria y alabanza de tu nombre y nuestro salvador Jesucristo.  Para este encuentro fuimos convocados once nuevos madrugadores pertenecientes a la parroquia Santa Teresita en Ponce y, en apoyo a esta bendición fuimos convocados siete compadres de Cabo Rojo de la unidad peregrina motorizada,  Monchito de Gurabo y este servidor.

Con la invocación del espíritu santo oración según Padre Joseph Kentenich dio inicio la primera madrugada en Santa Terecita. Entre la historia, explicación de la corriente de vida y presentación de los grupos de madrugadores activos en Puerto Rico y encuentros internacionales paso frente a mis ojos una solemne oportunidad para recordar quienes somos como madrugadores, cual es nuestro propósito  y nuestro fundamentos en nuestra corriente de vida.

El madrugador es un hombre que está mirando el mañana de su historia, que se prepara y quiere adelantarla en su propia vida. 

El madrugador tiene como misión el promover e impulsar fraternalmente el vinculo con Dios, Cristo y María, en el fortalecimiento y la conquista de la santidad de la vida diaria, en el empeño apostólico por transformar cristianamente el mundo que le rodea como instrumento mariano atreves de encuentros varoniles de oración y eucaristía en madrugadas en santuarios, ermitas o iglesias. 

El madrugador encuentra su fuerza en lugares de gracias y se reúne en santuarios, ermitas, capillas, o sedes parroquiales con plena conciencia de su ser varonil, lo que le une especialmente a Cristo.  En esta corriente de vida y en algunas comunidades del mundo como en Puerto Rico hay vínculos especiales a San Jose.

Para el madrugador la oración es  su fuerte ya sea compartiendo la liturgia de la palabra, la liturgia de comunión, la adoración al santísimo o la eucaristía porque esta expresión de fe le fortalece profundamente en su unión a Jesús y a la Santísima Madre “La Mater” Virgen María.

También para el madrugador la comunidad donde vive es su entorno, en ella vive y goza; con ella se forma, crece espiritualmente, se manifiesta alegre y fraternalmente en la convivencia.

Y por ultimo el madrugador acoge a su hermano con generosidad y respeta la originidad de su semejante y asume proyectos o tareas apostólicas en los diversos campos de acción en que se desenvuelve como miembro de la Iglesia y su comunidad. Se le reconoce por su emotividad, compromiso y práctica, transformando en realidad, produciendo cambios y gestando nuevas oportunidades que se van transmitiendo de modo espontaneo “por contagio” y paulatinamente pero muy lleno de gracias y bendiciones divinas.

En este encuentro del nacimiento de este nuevo grupo compartimos la liturgia de la palabra que para este sábado en la primera lectura del libro del Éxodo (12, 37-42) la salida de los israelitas, en el Salmo Responsorial Salmo 135 Letanía de acción de gracias y en el Evangelio tomada del santo Evangelio según san Mateo (12, 14-21) Jesús el siervo de Yahvé.

En la primera lectura, la Primera Pascua despliega ante nosotros el espectáculo grandioso de una muchedumbre puesta en marcha hacia su libertad, por el designio y el poder asombroso del Dios grande y fuerte. ¡Pascua! Una palabra con sabor de gozo compartido, alegría embriagante, canto de liberación, fuerza que da vida. El entusiasmo se apodera del autor del Éxodo, que quiere dejar en éxtasis nuestros ojos frente al desfile maravilloso de tantos hombres, mujeres y niños, que son como la expresión visible del poder divino. Es como contemplar la gloria de Dios en todos esos liberados, que ya no tendrán más dueño ni más señor que el Rey del Universo. ¡Pascua! La imagen misma de la victoria. No sólo han vencido a sus opresores sino que han logrado que ellos mismos sientan el deseo de sacarlos de la que fuera su cárcel, es decir, de la tierra egipcia. Una imagen para nunca olvidar: Dios ha salido a defender a los suyos; Dios vive y da vida.

En el salmo 135 «El gran Halel», la alabanza solemne y grandiosa que entonaba el judaísmo durante la liturgia pascual. Reflexionemos ante todo en el estribillo: «porque es eterna su misericordia». En la frase resuena la palabra «misericordia» que, en realidad, es una traducción legítima pero limitada del término originario hebreo «hesed». Esta forma parte del lenguaje característico utilizado por la Biblia para expresar la alianza que existe entre el Señor y su pueblo. La palabra trata de definir las actitudes que se establecen dentro de esta relación: la fidelidad, la lealtad, el amor y evidentemente la misericordia de Dios. Nos encontramos ante la representación sintética del lazo profundo y personal instaurado por el Creador con su criatura. Dentro de esta relación, Dios no aparece en la Biblia como un Señor impasible e implacable, ni es un ser oscuro e indescifrable, como el hado, con cuya fuerza misteriosa es inútil luchar. Él se manifiesta, sin embargo, como una persona que ama a sus criaturas, que vela por ellas, les acompaña en el camino de la historia y sufre por la infidelidad de su pueblo al «hesed», a su amor misericordioso y paterno.

El Evangelio de hoy nos muestra la misericordia y la bondad de Dios. «No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su nombre». Cuando vemos algo a punto de romperse, con frecuencia lo terminamos de romper o simplemente lo desechamos de inmediato. Dios no es así, Él es misericordioso. Las cañas ya maltrechas o las mechas casi extintas, pueden ser nuestras almas frías por la rutina o dobladas por la inconsciencia, la tibieza o el pecado. Más Él no termina de romper, apagar y desechar nuestras almas, sino que espera. Aún más, ¡cuántas veces nos rehace y enciende de nuevo! Porque Él mismo dijo: «No vengo a condenar sino a dar la salvación». No condena sino que espera el momento de nuestra conversión, porque nos ama y porque su misericordia es eterna. Lo que Cristo desea es que regresemos. Por eso aguarda con amor a que volvamos a Él para encender la llama de su amor en nuestro corazón.  «Este es mi servidor». Evidentemente estas palabras se refieren a Jesús. No obstante, el Padre nos dice a cada uno: «Este es mi servidor quien pregonará por toda la tierra mi amor y misericordia». Por el bautismo, cada cristiano es constituido mensajero de la Buena Nueva, el Evangelio. A nosotros nos corresponde ayudar a otros a fijar sus ojos en el Señor y que su reino llegue a todos los confines de la tierra.

Luego de escuchar la reflexión de las lecturas compartimos testimonios de nuestra experiencia como madrugadores, las bendiciones que hemos recibido de parte de la corriente y compartimos del desayuno en la nueva comunidad de Santa Terecita.

Como madrugadores con una misión el promover e impulsar fraternalmente el vinculo con Dios, Cristo y María, en el fortalecimiento y la conquista de la santidad de la vida diaria, en el empeño apostólico por transformar cristianamente el mundo que le rodea como instrumento mariano nos propondremos
dar testimonio de nuestra fe en Cristo siendo amable con todos los que tratemos.

Y cuando estemos frente al santísimo entablaremos en un diálogo con Cristo diciendo – “Padre mío, te amo. ¿Qué más puedo esperar de ti si eres tan bueno y misericordioso? Mi corazón se ensancha de alegría cada vez que pienso cuánto me amas, Señor.  Ayúdame a ser testimonio elocuente de tu amor en el mundo. Que solo tu amor me llene, que solo tu amor me sacie. Te amo, Señor, por el don inmerecido de tu amor.”

Agradecemos a la parroquia Santa Terecita de Ponce por acoger la corriente de vida.  Esperamos con mucho deseo y confianza en Dios Padre Todopoderoso, que la corriente se manifieste en su totalidad en esta nueva comunidad y todos sus alrededores, que podemos ser instrumentos para la gloria de Dios.  Ya somos once comunidades en la isla de Puerto Rico la corriente sigue creciendo y dando frutos. Amén.

Agradecemos a los compadres peregrinos motorizados de Cabo Rojo quienes inspirados por el espíritu hicieron presencia en este encuentro que Dios les bendiga, los proteja y los colme de muchas bendiciones siempre y a donde vayan.



Un abrazo fraternal.

Pedro E. Torres Cartagena
Madrugador de María
Cayey, Puerto Rico




sábado, 9 de julio de 2011

Resumen Madrugada del 9 de julio del 2011.

(Gurabo) –  Aquí estamos ante ti, Jesús nuestro. Venimos ante ti para estar unos momentos contigo. Te pedimos que renueves nuestro amor, nuestra fe y nuestra confianza en ti. Además queremos pedir una cosa más, que jamás nos aparte de ti. Señor, ayúdanos a sacar el mayor provecho posible de esta meditación.  Jesús, ilumina nuestras almas y mentes para escuchar tu voz, en la meditación, y danos coraje, astucia y humildad para seguirla.

Hoy fuimos convocados catorce compadres madrugadores y este servidor para celebrar el que Dios nunca se deja ganar en generosidad;  como buen Padre, nos consiente y nos da toda clase de bienes. En esta mañana de adoración y alabanza comenzamos agradeciendo su generosidad con la invocación del espíritu santo y recordando a familiares, amigos, conocidos que amargamente se encuentran padeciendo una enfermedad, situaciones delicadas, problemas económicos u otras situaciones  de desventaja social para que Dios padre derrame sobre ellos su misericordia, justicia y amor.

En esta mañana fuimos directo a compartir las lecturas del día que para este sábado fueron en la Primera Lectura  tomada del libro del Génesis  los capítulos 49, 29-32 las bendiciones de Jacob; y 50, 15-26 las exequias de Jacob. En el Salmo Responsorial el Salmo 104 la maravillosa historia de Israel donde repetimos “Busquemos del Señor para revivir nuestras vidas” y en el santo evangelio tomada del santo Evangelio según san Mateo (10, 24-33) hablar francamente y sin temor.

En la primera lectura del Génesis capítulos  49, 29-32 y  50, 15-26 las bendiciones de Jacob cuando ya el mismo Dios ha perdonado y reparado, y con creces, el daño que otros nos hicieron, ¿Quiénes somos nosotros para juzgarlos? Por eso el Señor nos pide que perdonemos a los que nos ofenden, como nosotros hemos sido perdonados por Dios. A los hermanos de José Dios les dio el signo de su perdón conduciéndolos a Egipto para salvarlos de la muerte. A nosotros nos ha dado el signo de su perdón a través del Misterio Pascual de Cristo, mediante el cual nos libera de la muerte del pecado y nos introduce en la Patria eterna. No juzguemos antes de tiempo. Esperemos el cumplimiento de las promesas divinas en cuanto a que hemos sido llamados a participar eternamente de la Gloria de Dios Padre junto con su Hijo; entonces entenderemos los caminos, tal vez difíciles, que finalmente nos condujeron al cumplimiento del Plan de Salvación de Dios sobre nosotros, y no tendremos nada que reclamar a los demás. Por eso no juzguemos a los demás, sino que perdonemos y aprendamos a vivir como hermanos.

En el Salmo 105 (104) nos presenta que los decretos del Señor gobiernan la tierra. Quien lo tiene por su Dios debe saber escuchar su voz, meditarla en el corazón y ponerla en práctica. Entonces honraremos al Señor no sólo con los labios, sino con el corazón que lo ha aceptado como huésped en la propia vida; y, puesto que de la abundancia del corazón habla la boca, y el árbol bueno da frutos buenos, como consecuencia de esa presencia divina en nosotros, manifestaremos una vida recta, de buenas obras, de amor solidario con quienes necesitan de nosotros. Al contemplar los demás nuestras buenas obras podrán elevar himnos y cantos al Señor, y celebrar sus portentos, sus maravillas que contemplarán a través de nuestra vida que, unida al Señor, se ha de entregar día a día en favor de ellos.

En el santo evangelio según san Mateo capitulo 10, 24-33. Por más que muchas veces la muerte y los signos de muerte, como la persecución, los insultos, los falsos testimonios, nos afecten de una u otra forma, jamás debemos pensar que eso tiene la última palabra. Desde el acontecimiento Pascual de Cristo sabemos que la última palabra la tiene la vida.  Por eso nuestros esfuerzos se encaminan siempre en esa línea. Tiene sentido dar vida; hacer que esa vida sea más digna en quienes la han deteriorado a causa del pecado personal; que sea más digna en quienes viven en condiciones infrahumanas.  El mensaje de amor no puede ocultarse timoratamente; debemos proclamarlo desde las azoteas; y no sólo con palabras y bellos discursos, sino con la vida que, por dar vida, se ha de entregar en favor de los demás, dándole así toda su plenitud por nuestra unión con Cristo. Dios nos ama y vela por nuestros intereses; no sólo es el creador que hizo todo con amor; es nuestro Padre que vela por nosotros y nos defiende del mal para que, quienes no lo neguemos en esta vida, lleguemos sanos y salvos a la posesión definitiva, plena, de la vida que, ya desde, ahora nos ofrece. Efectivamente, la Eucaristía es el signo más grande del amor de Dios por nosotros. Él continúa, en la historia, mediante este Memorial Pascual, manifestándonos cuánto nos ama. Él sabe que fue necesario padecer todo esto para entrar así en su Gloria. Participar y entrar en comunión con Cristo mediante la Celebración Eucarística, no puede ser para nosotros un acto intrascendente, sino el máximo compromiso de reconocerlo no sólo en el Templo, sino ante todas las gentes, testificando así nuestra fe por medio de nuestras buenas obras.

No podemos conocer al Señor para que después su vida quede oculta en nosotros. Esa Luz que Él ha encendido en nosotros, debe iluminar a todos los que nos rodean. La vida que se hace testimonio de amor, de trabajo por la justicia y por la paz, de preocupación por solucionar la problemática de la repartición injusta de los bienes que ha fabricado millones de pobres; el amar con lealtad a nuestros semejantes siendo capaces de perdonarlos como nosotros hemos sido perdonados; el no vivir esclavos de lo pasajero sino saber administrar todo para que haya una mayor justicia social; todo este trabajo que podría acarrearnos enemigos, persecución y muerte, es el trabajo de la persona cuya fe que no se encerró en el recinto sagrado, sino que se proyectó en el servicio comprometido para que todos logren, tanto la salvación eterna, como el amor fraterno que nos haga ya desde ahora ser, para nuestros hermanos, testigos del Dios Amor que habita en nosotros. Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de trabajar con sinceridad por su Reino, sabiendo que, por no negar al Señor en los diversos ambientes en que se desenvuelva nuestra vida, al final, viviremos eternamente con Él.

 Jesús nos dijo “¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo. Ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros”. Dios nunca se deja ganar en generosidad. Como buen Padre, nos consiente y nos da toda clase de bienes, aun aquellos que no nos atrevemos a pedir; pero como buen Maestro, también nos educa y nos enseña a vivir confiados en Él, poniendo al mismo tiempo de nuestra parte para corresponder a su amor.

La confianza, es una virtud elemental en toda relación humana, y cuánta más confianza deberíamos tener en Dios.  Recuerden, cuando eran pequeños, aquella vez que paseaban por la ciudad. Caminaban de la mano de su Padre, alegres. Como todo niño miraban a todas partes, no temían nada estando al lado de su padre. Voltearon a ver a su papá y le dijeron que lo querían, no con palabras sino tan solo con una mirada; se sentían seguros.

Sabían que su papá no dejaría que les ocurriera nada malo, nada que pudiera dañarlos. Pues Dios, que es nuestro Padre celestial, jamás va a permitir nada semejante para nosotros. Tenemos garantía en el Evangelio de que así será, y en el presente no es la excepción: “Ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros”.

Ya lo decía Santa Teresita de Lissieux: “Lo que le duele a Dios, lo que hiere su corazón es la falta de confianza en Él”.  “Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo los reconoceré ante mi Padre que está en el cielo”.  ¡Qué más queremos, si Jesús mismo intercede por nosotros ante el Padre! Tan solo hay una pequeña aunque costosa condición: Reconocerle abiertamente ante los hombres. Esta condición es pequeña pero difícil porque muchas veces preferimos “quedar bien” ante nuestros amigos, compañeros de trabajo, ante la sociedad.

Nuestra manera de reconocerle ante los hombres, y así no ser negados por Cristo ante el Padre, es dar testimonio de vida con cosas tan simples como ir a Misa, confesarse y –si llega el caso- – defender la fe. De este modo Cristo estará feliz con nosotros y será nuestra garantía el día final.

Madrugador de Puerto Rico y el mundo que sea nuestro propósito por el día de hoy, en la semana, durante el mes dar testimonio de nuestra fe invitando a un amigo a hacer una visita a la Eucaristía.  Y comencemos un diálogo con Cristo donde podamos decir “Señor, te pido que me des la gracia de jamás negarte delante de los hombres. Te pido fortaleza, fe y amor para dar testimonio con mi vida. Sé que me costará pero contigo a mi lado todo lo puedo y Te amo, Señor”.  Amén.

Antes de despedirme por esta semana queremos dar las más sinceras gracias a los compadres madrugadores de Gurabo que generosamente colectaron una pequeña ayuda económica en beneficio de nuestro compadre Frank Diaz, y sabemos que tanto Frank como Dios Padre están muy agradecidos y orgullosos de sus hermanos madrugadores porque se ve y se siente la corriente de vida en todo su ardor.

Recordamos que la próxima semana estaremos en la Parroquia Santa Teresita de Ponce en el nacimiento de un nuevo grupo de madrugadores en la Perla del sur.  Nos gustaría que los que puedan nos diéramos cita en Ponce el próximo sábado y demos testimonio de la corriente de vida, de las bendiciones y gracias que hemos recibido de Dios Padre y de Nuestra Mater quien nos convoca en estos encuentros.

Un abrazo fraternal,

Pedro E. Torres Cartagena
Madrugador de María
Cayey, Puerto Rico


domingo, 3 de julio de 2011

Resumen sábado 2 de julio del 2011.

(Guavate) -  Señor, nuestras vidas están en tus manos.  Nuestros corazones se llenan de alegría por el Salvador y entona al Señor un himno de acción de gracias por los bienes que nos has concedido. Señor Dios Padre todopoderoso ayúdanos; elígenos no por razón de lo que somos sino en razón de lo podríamos ser.  En este encuentro de madrugada en la Parroquia San Esteban Protomártir de Guavate fuimos convocados en esta mañana diez madrugadores de Guavate, nueve de Gurabo y uno de Cayey.  Entre los convocados presentes contamos con la visita de dos nuevos madrugadores el Señor Enrique Ortiz y el Señor Luis Pascual Ramos Negron de Guavate y en una vista especial Don German Sánchez visitándonos desde Orlando Florida en los Estados Unidos.


Bajo una mañana lluviosa incesante los veinte allí convocados comenzamos la oración y adoración con la invocación del espíritu santo.   Reconociendo su santa y divina presencia expusimos nuestras intenciones especiales por la salud de familiares, amigos, por la salud mental del pueblo de Puerto Rico ante el desosiego y violento comportamiento del último fin de semana donde perecieron veintiocho personas en menos de tres días en muertes violentas;  muchas de ellas a consecuencias del trasiego de drogas y control de puntos de ventas, por la juventud que perdemos ante este problema social, por la violencia domestica que nos arropa, por las almas del purgatorio y las propias nuestras para que encontremos reconciliación con nuestro Padre y podamos disfrutar de su presencia luego de esta vida terrenal.

Antes de las laudes dedicamos un cantico a nuestra Señora Mater reconociendo que ella nos inspira fidelidad, que nos ayuda en nuestra búsqueda de Dios, que nos acerca a nuestro hermano Jesucristo y a nuestro anhelado deseos de ser santos.

En nuestros encuentros siempre contamos con un listado de agenda que incluye las laudes y la liturgia de la palabra; material que se copila con una semana de anticipación para que todo nos salga organizado pero llego incompleto y como se dice en estos tiempos uno propone y Dios dispone.  En este encuentro tuvimos que poner en acción el plan B,  así que bajo el espíritu tuvimos que cambiar de estrategia e improvisar, por gracia de Dios teníamos un libro de las laudes y se las dedicamos a nuestra Señora Madre, donde un solo lector hacia las laudes y los presentes repetía las antífonas.  Así pudimos adorar a Dios, venerar a nuestra Mater, seguir con la dinámica y compartir la liturgia de la palabra.

Para este encuentro las lecturas fueron en la primera lectura tomada del libro del Génesis  27: 1 - 5, 15 – 29 la bendición hurtada; el Salmo  135: 1 – 6 Exhortación a la alabanza y en el santo evangelio lectura tomada del santo Evangelio según san Lucas (2, 41-51) El joven Jesús hallado en el templo.

En la primera lectura se nos presenta a Jacob, quien engaño a su padre para obtener la primogenitura de su hermano mayor Esaú y lo que nos enseñan las vidas poco edificantes.  No parece de alto estándar moral algunos textos del Antiguo Testamento, y un ejemplo clásico es esta primera lectura de hoy, en la que un astuto y tramposo Jacob logra lo que quiere a costa de engañar su propio padre y a su hermano.  El favoritismo paterno fomentó  continua hostilidad entre Esaú, el cazador bien amado de su padre, y Jacob, el hijo tranquilo y equilibrado a quien favorecía la madre.  Las tensiones familiares parecían amenazar el cumplimiento de la promesa divina.  Jacob y su madre engañaron a Isaac  y obtuvieron la ansiada primogenitura que era la otorgación de ser la cabeza de familia, independientemente de la condición de heredero y que incluía doble porción de la herencia y la bendición principal del padre.  Lo primero que podemos aprender de este caso bochornoso es que la Biblia no es una colección de vidas ejemplares. La Biblia no nos presenta la vida de unos pocos seres excepcionales sino lo excepcional que puede ser la vida cuando Dios la toma y la transforma. No nos presenta solamente productos terminados y perfectos, que de poco servirían, seamos sinceros, porque siempre uno podría argüir: "ese no es mi caso; ese no soy yo." Al contrario, cuando uno ve que hasta un tramposo engreído como Jacob entra en la providencia de Dios, y que Dios se vale de él para llevar adelante sus planes, aunque sin dejar de darle sus lecciones al mismo Jacob, entonces uno tiene que decir: "ni siquiera mis pecados son una disculpa para decir que no encajo en los designios maravillosos de Dios."  Dios no eligió a Jacob en razón de lo que era, sino en razón de lo que Jacob podría ser.  La vida de Jacob es una larga historia de disciplina, castigo y purificación por medio a aflicción.  En medio de los conflictos humanos por familia y fortuna Dios estaba obrando, protegiendo y prosperando a Jacob. 

En el Salmo 135 1-6 se nos hace una invitación a la alabanza divina ya que tiene un aire litúrgico y se asemeja mucho al salmo anterior por su contenido, donde declara la bondad y longanimidad de Yahvé.  Este salmo era llamado “Gran Hallel“.  Se distinguir en este himno tres partes: 1) Yahvé, creador del universo,  2) Yahvé, libertador del pueblo escogido y 3) la providencia de Yahvé sobre toda criatura. En Yahvé, Creador de todas las cosas. - El salmista inicia su himno responsorial invitando a reconocer la bondad divina y su soberanía sobre todo, incluso sobre los supuestos dioses de los otros pueblos, que para él no tienen vida propia. Su poder es omnímodo, y se manifestó en la obra de la creación. El canto sigue el relato de Génesis 1: la formación de los cielos y de la tierra sobre las aguas; después destaca el mundo sideral: el sol, la luna y las estrellas, que, lejos de ser divinidades, como creían los pueblos gentiles, son unos instrumentos al servicio del hombre. Cada uno de ellos tiene su momento fijado para aparecer: el sol de día, la luna y las estrellas de noche. Y todo conforme a un plan divino previamente fijado conforme a su sabiduría. En Yahvé como protección divina sobre Israel.- Esta segunda sección del salmo está calcada sobre la segunda del salmo anterior, de la que es una simple adaptación litánica para ser cantado alternativamente con el pueblo. En Yahvé como la Providencia divina.- El verso veinticinco parece fuera de lugar, pues la mención de la Providencia sobre todos los seres interrumpe bruscamente el himno que canta la protección divina sobre Israel como pueblo. Parece que forma parte de una sección perdida en la que se cantaría la solicitud providente de Yahvé sobre todos los animales y sobre el hombre, al estilo del salmo 103. La composición termina invitando a alabar y dar gracias al Dios del cielo, expresión que sólo aparece aquí en el Salterio y en los libros de la época persa. (Explicación por Maximiliano García Cordero, en la Biblia comentada de la BAC.)

En el santo evangelio lectura tomada del santo Evangelio según san Lucas (2, 41-51) El joven Jesús hallado en el templo. La única historia canónica de Jesús cuando era niño se encuentra en el Evangelio de San Lucas. Jesús tiene doce años. Él y sus padres acaban de estar en Jerusalén para la Pascua judía, la celebración anual de la liberación de los judíos de la esclavitud de los egipcios. María y José piensan que su hijo está con los demás en el viaje de regreso a casa, pero él se ha quedado en Jerusalén donde, después de tres días, ellos lo encuentran en el Templo. Por supuesto, este relato del encuentro de Jesús es un paralelo de su presentación en el Templo. El autor presenta incluso finales similares para las dos historias. De igual manera que San Lucas describe a Jesús, el niño lleno del Espíritu Santo, siendo presentado a Dios en el Templo en la historia previa, en ésta lo presenta como superior a las autoridades del Templo. Sin embargo, su atención está en quien está perdido. A primera vista parece que Jesús está perdido, pero, si lo consideramos cuidadosamente, empezamos a ver que son las autoridades las que están perdidas de asombro ante el entendimiento y las preguntas de Jesús. Cuando algo se pierde, tratamos de encontrarlo. Por lo que vamos en busca de las llaves del auto perdidas y las encontramos en la bolsa, sobre la mesa, o en un bolsillo. Las monedas siempre se están cayendo entre los cojines del sofá, ruedan abajo del refrigerador o desaparecen en las rejillas de la ventilación; son encontradas por quien limpia la casa. Usualmente, las herramientas perdidas son encontradas en el lugar donde se usaron por última vez. Quizá nunca pensamos que estamos perdidos y en necesidad de ser encontrados porque sólo nos enfocamos en buscar las cosas perdidas. Y ésa es la clave para entender la historia de Jesús perdido en el Templo. Fíjense, él no está perdido, el niño lleno del Espíritu Santo está en la casa de Dios aquí en la tierra a donde él pertenece. Las autoridades del Templo están perdidas y sus padres están perdidos. Ninguno de ellos entiende lo que él les está diciendo. Más tarde en el Evangelio, San Lucas presentará a Jesús en un grupo y narrando tres parábolas. Una será acerca de la oveja perdida, otra acerca de la moneda perdida y otra acerca del hijo perdido. La oveja, la moneda y el hijo no saben que están perdidos. Sin embargo, en las tres historias cada uno es encontrado por alguien, así como Dios busca y encuentra a aquellos que están perdidos.  Tanto las parábolas, como la historia de Jesús perdido en el Templo, nos hacen reconocer que nosotros también estamos perdidos. No podemos encontrar a Dios, no importa cuánto lo busquemos; Dios nos encuentra cuando nos abrimos a la posibilidad de ser encontrados por su Divina Presencia. Podría ser que Dios nos encuentre en la oración, trabajando en el rancho, limpiando, en las relaciones familiares. Podemos distraernos mucho pensando que nosotros somos los que buscamos, como las autoridades del Templo, en lugar de esperar a ser encontrados por Dios a quien le encanta hacer una fiesta cuando lo que se perdió ha sido encontrado. La próxima vez que reces este misterio, reflexiona sobre todas las formas en que Dios te ha encontrado por medio de los demás. Y alégrate de que Dios busque a los perdidos.

Luego de que compartiéramos la liturgia de la palabra en vez de reflexionar a las lecturas el grupo de Guavate nos sorprendió al escoger a su patrono San Jose padre de Jesús y esposo de María, como patrono del los madrugadores de María de Guavate. Y escuchamos de la voz de Ramón Luis Santiago una bella reflexión acerca de San Jose.  San Jose como modelo de padre y esposo, patrón de la Iglesia universal, de los trabajadores, de infinidad de comunidades religiosas y de la buena muerte. A San José Dios le encomendó la inmensa responsabilidad y privilegio de ser esposo de la Virgen María y custodio de la Sagrada Familia. Es por eso el santo que más cerca esta de Jesús y de la Santísima Virgen María. Nuestro Señor fue llamado "hijo de José" (Juan 1:45; 6:42; Lucas 4:22) el carpintero (Mateo 12:55).

Este no es la reflexión que Ramoncito predico acerca de San Jose patrono de los madrugadores de María de Guavate, pero hemos incluido algunos datos para  que conozcamos acerca de San Jose modelo de padre y esposo, patrón de la Iglesia universal, de los trabajadores, de infinidad de comunidades religiosas, de la buena muerte y esperamos nos sirva de aliento como hombres madrugadores en busca de la santidad en la vida diaria.

San Jose no era padre natural de Jesús (quién fue engendrado en el vientre virginal de la Santísima Virgen María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios), pero José lo adoptó y Jesús se sometió a él como un buen hijo ante su padre. ¡Cuánto influenció José en el desarrollo humano del niño Jesús! ¡Qué perfecta unión existió en su ejemplar matrimonio con María!  San José es llamado el "Santo del silencio" No conocemos palabras expresadas por él, tan solo conocemos sus obras, sus actos de fe, amor y de protección como padre responsable del bienestar de su amadísima esposa y de su excepcional Hijo. José fue "santo" desde antes de los desposorios. Un "escogido" de Dios. Desde el principio recibió la gracia de discernir los mandatos del Señor. Las principales fuentes de información sobre la vida de San José son los primeros capítulos del evangelio de Mateo y de Lucas. Son al mismo tiempo las únicas fuentes seguras por ser parte de la Revelación. San Mateo (1:16) llama a San José el hijo de Jacob; según San Lucas (3:23), su padre era Heli.  Probablemente nació en Belén, la ciudad de David del que era descendiente. Pero al comienzo de la historia de los Evangelios (poco antes de la Anunciación), San José vivía en Nazaret. Según San Mateo 13:55 y Marcos 6:3, San José era un "tekton". La palabra significa en particular que era carpintero. San Justino lo confirma (Dial. cum Tryph., lxxxviii, en P. G., VI, 688), y la tradición ha aceptado esta interpretación. 

Si el matrimonio de San José con la Santísima Virgen ocurrió antes o después de la Encarnación aun es discutido por los exegetas. La mayoría de los comentadores, siguiendo a Santo Tomás, opinan que en la Anunciación, la Virgen María estaba solo prometida a José.  Santo Tomás observa que esta interpretación encaja mejor con los datos bíblicos.  Los hombres por lo general se casaban muy jóvenes y San José tendría quizás de 18 a 20 años de edad cuando se desposó con María. Era un joven justo, casto, honesto, humilde carpintero...ejemplo para todos nosotros. 

La literatura apócrifa, (especialmente el "Evangelio de Santiago", el "Pseudo Mateo" y el "Evangelio de la Natividad de la Virgen María", "La Historia de San José el Carpintero", y la "Vida de la Virgen y la Muerte de San José) provee muchos detalles pero estos libros no están dentro del canon de las Sagradas Escrituras y no son confiables. Algunos libros apócrifos cuentan que San José era un viudo de noventa años de edad cuando se casó con la Santisima Virgen María quien tendría entre 12 a 14 años. Estas historias no tienen validez y San Jerónimo las llama "sueños". Sin embargo han dado pie a muchas representaciones artísticas. La razón de pretender un San José tan mayor quizás responde a la dificultad de una relación virginal entre dos jóvenes esposos. Esta dificultad responde a la naturaleza caída, pero se vence con la gracia de Dios. Ambos recibieron extraordinarias gracias a las que siempre supieron corresponder. En la relación esposal de San José y la Virgen María tenemos un ejemplo para todo matrimonio.  Nos enseña que el fundamento de la unión conyugal está en la comunión de corazones en el amor divino. Para los esposos, la unión de cuerpos debe ser una expresión de ese amor y por ende un don de Dios.  San José y María Santísima, sin embargo, permanecieron vírgenes por razón de su privilegiada misión en relación a Jesús.  La virginidad, como donación total a Dios, nunca es una carencia; abre las puertas para comunicar el amor divino en la forma mas pura y sublime. Dios habitaba siempre en aquellos corazones puros y ellos compartían entre sí los frutos del amor que recibían de Dios.

El matrimonio fue auténtico, pero al mismo tiempo, según San Agustín y otros, los esposos tenían la intención de permanecer en el estado virginal. (cf.St. Aug., "De cons. Evang.", II, i in P.L. XXXIV, 1071-72; "Cont. Julian.", V, xii, 45 in P.L.. XLIV, 810; St. Thomas, III:28; III:29:2). Pronto la fe de San José fue probada con el misterioso embarazo de María. No conociendo el misterio de la Encarnación y no queriendo exponerla al repudio y su posible condena a lapidación, pensaba retirarse cuando el ángel del Señor se le apareció en sueño: "Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.  Así lo tenía planeado, cuando el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Despertado José del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer." (Mat. 1:19-20, 24). Unos meses más tarde, llegó el momento para S. José y  María de partir hacia Belén para apadrinarse según el decreto de Cesar Augustus. Esto vino en muy difícil momento ya que ella estaba en cinta. (cf. Lucas 2:1-7).  En Belén tuvo que sufrir con La Virgen la carencia de albergue hasta tener que tomar refugio en un establo. Allí nació el hijo de la Virgen. El atendía a los dos como si fuese el verdadero padre. Cuál sería su estado de admiración a la llegada de los pastores, los ángeles y más tarde los magos de Oriente. Referente a la Presentación de Jesús en el Templo, San Lucas nos dice: "Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él".(Lucas 2:33).

Después de la visita de los magos de Oriente, Herodes el tirano, lleno de envidia y obsesionado con su poder, quiso matar al niño. San José escuchó el mensaje de Dios transmitido por un ángel: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» Mateo 2:13.  San José obedeció y tomo responsabilidad por la familia que Dios le había confiado. San José tuvo que vivir unos años con la Virgen y el Niño en el exilio de Egipto.   Esto representaba dificultades muy grandes: la Sagrada familia, siendo extranjera, no hablaba el idioma, no tenían el apoyo de familiares o amigos, serían víctimas de prejuicios, dificultades para encontrar empleo y la consecuente pobreza. San José aceptó todo eso por amor sin exigir nada.
Una vez más por medio del ángel del Señor, supo de la muerte de Herodes: "«Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño.»  El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel.  Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea". Mateo 2:22. Fue así que la Sagrada Familia regresó a Nazaret. Desde entonces el único evento que conocemos relacionado con San José es la "pérdida" de Jesús al regreso de la anual peregrinación a Jerusalén (cf. Lucas 2, 42-51).  San José y la Virgen lo buscaban por tres angustiosos días hasta encontrarlo en el Templo.  Dios quiso que este santo varón nos diera ejemplo de humildad en la vida escondida de su sagrada familia y su taller de carpintería.  Lo más probable es que San José haya muerto antes del comienzo de la vida pública de Jesús ya que no estaba presente en las bodas de Canaá ni se habla más de él. De estar vivo, San José hubiese estado sin duda al pie de la Cruz con María. La entrega que hace Jesús de su Madre a San Juan da también a entender que ya San José estaba muerto.

Según San Epifanius, San José murió en sus 90 años y la Venerable Bede dice que fue enterrado en el Valle de Josafat. Pero estas historias son dudosas. La devoción a San José se fundamenta en que este hombre "justo" fue escogido por Dios para ser el esposo de María Santísima y hacer las veces de padre de Jesús en la tierra.  Durante los primeros siglos de la Iglesia la veneración se dirigía principalmente a los mártires. Quizás se veneraba poco a San José para enfatizar la paternidad divina de Jesús. Pero, así todo, los Padres (San Agustín, San Jerónimo y San Juan Crisóstomo, entre otros), ya nos hablan de San José.  Según San Callistus, esta devoción comenzó en el Oriente donde existe desde el siglo IV, relata también que la gran basílica construida en Belén por Santa Elena había un hermoso oratorio dedicado a nuestro santo.  San Pedro Crisólogo: "José fue un hombre perfecto, que posee todo género de virtudes" El nombre de José en hebreo significa "el que va en aumento. "Y así se desarrollaba el carácter de José, crecía "de virtud en virtud" hasta llegar a una excelsa santidad.

En el Occidente, referencias a (Nutritor Domini) San José aparecen  en el siglo IX en martirologios locales y en el 1129 aparece en Bologna la primera iglesia a él dedicada.  Algunos santos del siglo XII comenzaron a popularizar la devoción a San José entre ellos se destacaron San Bernardo, Santo Tomás de Aquino, Santa Gertrudiz y Santa Brígida de Suecia. Según Benito XIV (De Serv. Dei beatif., I, iv, n. 11; xx, n. 17), "La opinión general de los conocedores es que los Padres del Carmelo fueron los primeros en importar del Oriente al Occidente la laudable práctica de ofrecerle pleno culto a San José".

En el siglo XV, merecen particular mención como devotos de San José los santos Vicente Ferrer (m. 1419), Pedro d`Ailli (m. 1420), Bernadino de Siena (m. 1444) y Jehan Gerson (m. 1429).  Finalmente, durante el pontificado de Sixto IV (1471 - 84), San José se introdujo en el calendario Romano en el 19 de Marzo. Desde entonces su devoción ha seguido creciendo en popularidad.  En 1621 Gregorio XV la elevó a fiesta de obligación. Benedicto XIII introdujo a San José en la letanía de los santos en 1726.

San Bernardino de Siena  "... siendo María la dispensadora de las gracias que Dios concede a los hombres, ¿con cuánta profusión no es de creer que enriqueciese de ella a su esposo San José, a quién tanto amaba, y del que era respectivamente amada? " Y así, José crecía en virtud y en amor para su esposa y su Hijo, a quién cargaba en brazos en los principios, luego enseñó su oficio y con quién convivió durante treinta años.
Los franciscanos fueron los primeros en tener la fiesta de los desposorios de La Virgen con San José. Santa Teresa tenía una gran devoción a San José y la afianzó en la reforma carmelita poniéndolo en 1621 como patrono, y en 1689 se les permitió celebrar la fiesta de su Patronato en el tercer domingo de Pascua. Esta fiesta eventualmente se extendió por todo el reino español. La devoción a San José se arraigo entre los obreros durante el siglo XIX.  El crecimiento de popularidad movió a Pío IX, el mismo un gran devoto, a extender a la Iglesia universal la fiesta del Patronato (1847) y en diciembre del 1870 lo declaró Santo Patriarca, patrón de la Iglesia Católica. San Leo XIII y Pío X fueron también devotos de San José. Este últimos aprobó en 1909 una letanía en honor a San José.

Santa Teresa de Jesús   "Tomé por abogado y señor al glorioso San José." Isabel de la Cruz, monja carmelita, comenta sobre Santa Teresa: "era particularmente devota de San José y he oído decir se le apareció muchas veces y andaba a su lado."

"No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo...No he conocido persona que de veras le sea devota que no la vea mas aprovechada en virtud, porque aprovecha en gran manera a las almas que a El se encomiendan...Solo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no le creyere y vera por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso patriarca y tenerle devocion..." -Sta. Teresa.

San Alfonso María de Ligorio nos hace reflexionar: "¿Cuánto no es también de creer aumentase la santidad de José el trato familiar que tuvo con Jesucristo en el tiempo que vivieron juntos?" José durante esos treinta años fue el mejor amigo, el compañero de trabajo con quién Jesús conversaba y oraba. José escuchaba las palabras de Vida Eterna de Jesús, observaba su ejemplo de perfecta humildad, de paciencia, y de obediencia, aceptaba siempre la ayuda servicial de Jesús en los quehaceres y responsabilidades diarios. Por todo esto, no podemos dudar que mientras José vivió en la compañía de Jesús, creció tanto en méritos y santificación que aventajó a todos los santos.

Dios Padre todo poderoso, nuestras vidas están en tus manos.  Nuestros corazones se llenan de alegría por el Salvador y entona al Señor un himno de acción de gracias por los bienes que nos ha concedido. Ayúdanos y elígenos no por razón de lo que somos sino en razón de lo podríamos ser.  Quizá nunca pensemos que estamos perdidos y en necesidad de ser encontrados porque sólo nos enfocamos en buscar las cosas pérdidas pero tú nos tienes un lugar en tu casa, en la casa de Dios aquí en la tierra y en el cielo donde tú perteneces.

Un abrazo fraternal,

Pedro E. Torres Cartagena
Madrugador de María
Cayey, Puerto Rico